lunes, 4 de abril de 2011

Sin Estesia

Érase una vez Estesia, una mujer muy pequeñita que olía a fuente y a azul. Tenía el pelo melódico y salado, la piel sonriente, y una voz antigua y sorda que sabía a sueños y a jazmín. Cada mañana se sentaba en el balcón de su piso de l’Eixample a esperar a su príncipe de tul, que debía oler a circo, a ocho y a mariposas. Y aunque este no llegaba, ella era una chica paciente y se resignaba sonriendo. El padre de Estesia era un hombre estudioso y trabajador. Había cursado ciencias exactas en Oxford y tenía un doctorado en Lógica y Realidad. Un día se acercó a su hija y vió como transparentes pájaros de papel revoloteaban dentro su cabeza. Muy afligido le dijo, con voz de tacto silencioso y negro, “Querida hija, creo que ya tienes edad de saber que ni las fuentes huelen, ni las voces saben, ni los príncipes existen” Y Estesia huyó de esa Realidad para no volver, llorando lágrimas secas que olían a noche cerrada.

3 comentarios:

nanarandano dijo...

Sóc la Nina (QL?) si, m'he canviat un altre cop de blog i un altre cop et segueixo. M'ha agradat molt, i com jugues amb la paraula cinestésia... enfi, petonassos!

Anónimo dijo...

Excelente, no dejes de escribir, no pierdas la ilusión y así el Angel que abriga tus sentimientos te parecerá mas cerca.

Julia dijo...

El trobo genial i preciós Male :)